Así es, nosotros somos nuestros propios enemigos porque somos nosotros quienes decidimos cómo vivir y qué hacer y que no. Depende de nosotros el dejarnos influenciar por lo que digan los demás o tomar nuestras propias decisiones.
Por eso recuerda que tú tienes la última palabra y eres tú quien puede hacer de cualquier lugar un infierno.