Si hay algo que no quieres extrañar, entonces no lo tengas. Una regla de vida que suena muy sencilla en el papel pero que es más difícil seguirla en la vida real porque es imposible no encariñarse con algo.
Con el tiempo uno termina acostumbrándose a esas llamadas inesperadas por la noche, a esos mensajes que te sacaban una sonrisa y a las salidas en donde reían hasta no morir.